22 marzo 2015

Una decisión fácil

A finales de los 70’ y a principios de los 80’,  la clase trabajadora seguía sacrificándose en la lucha por la recuperación de los derechos y las libertades. Seguía trabajando y reivindicando la dignificación de sus olvidados barrios y la mejora de las condiciones laborales. Aquellos años de luchas sindicales, vecinales y políticas, marcaron la senda de la Transición hacia la democracia y el Estado del bienestar.

Nadie regaló nada a la clase trabajadora. Y es un insulto que algunos advenedizos de política de salón digan que la Transición fue un paripé y que tenemos exactamente aquello que generosamente quisieron darnos los poderes fácticos.

La culpa es nuestra por no enseñar en las escuelas cómo se vivía en los barrios y cuánto costó dotarlos de servicios y conectarlos con los centros de las ciudades a las que se supone que pertenecían.

La culpa es nuestra por no recordar la falta de derechos y libertades, algunas tan cotidianas que ahora parecen ciencia ficción, como los derechos de la mujer a tomar anticonceptivos o a firmar un contrato de alquiler sin el consentimiento de su padre o su marido (prohibidos hasta diciembre de 1978).

Las ciudades y los pueblos con servicios básicos, con parques y zonas verdes, con transportes públicos, se construyeron desde la izquierda, mano a mano con los vecinos y con los partidos y sindicatos obreros. No se puede entender la realidad urbana de Catalunya sin el PSC y el PSUC (luego ICV-EUA).

Y la recuperación del autogobierno, con las cotas de autonomía más importantes de la historia de Catalunya, tampoco fue un regalo. Y el mérito fue principalmente de la clase trabajadora y de los partidos y sindicatos de izquierda ¿De dónde venían los miles y miles de personas que salieron a las calles en los primeros onze de setembre o en la recepción al president Tarradellas? ¿De dónde eran los miles y miles de personas que reivindicaban “Llibertat, Amnistia i Estatut d’Autonomia”?

La gente de izquierdas – una parte muy importante, originaria de otras partes de España – creyó de verdad en la necesidad de reivindicar, en un mismo pack, las libertades y derechos individuales, sociales y nacionales.

Y ahora tenemos que contemplar, con estupor, que se nos diga que “primero, la soberanía y luego…, ya veremos”. 

Sí, también la culpa es nuestra por dejar que los nacionalistas hayan manipulado la historia para hacerla aparecer como una dialéctica Catalunya versus España en lugar de lo que fue: una lucha de clases, donde los trabajadores conquistaron  libertades y derechos, también los del autogobierno.

Y por último, el descaro de la derecha autoritaria, centralista, nacionalcatólica, que se atreve a cuestionar los derechos conquistados durante los últimos treinta y tantos años.


Por eso ha sido una decisión fácil decir que sí a estar en la candidatura de mi partido en Mataró para las elecciones municipales del 24 de mayo; porque creo en el proyecto del PSC Mataró, porque creo que no debemos ceder ante los populismos, los nacionalismos o el autoritarismo, y porque creo que se lo debo a las miles y miles de personas que en el pasado trabajaron y lucharon por conseguir una sociedad más justa y unas ciudades más habitables.

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