10 septiembre 2014

Mi Diada

Todos los pueblos y las naciones son un aluvión formado por los sedimentos de otros pueblos, de otras gentes, que en el transcurso de los tiempos han ido dejando su poso.

Catalunya es una nación de gentes que - como dice la canción de Llach - “venim del Nord, venim del Sud, de terra endins, de mar enllà”. 

Catalunya es una sociedad abierta, plural y tolerante.

Catalunya es progreso, es trabajo, es solidaridad.

Como socialista, nada es tan fácil como identificarse con esos valores compartidos que simbolizan la nación catalana.

Esa nación, con sus valores, que no se quedó en las trincheras del 11 de septiembre de 1714 como pretende la propaganda institucional. Propaganda que quiere convertir los últimos 300 años en un paréntesis, en una simple y falsa dialéctica Catalunya-España. 

¡Como si no hubieran ocurrido tantas cosas desde entonces! Entre ellas, todas las que nos han traído hasta aquí y nos permiten vivir en una sociedad, hasta ahora abierta, en la que cada cual puede vivir su propia identidad sin necesidad de que se la impongan ni de imponérsela a los demás.

Mi Diada, la única que puedo celebrar, es esa que reivindica los valores del catalanismo de base popular y que está más cerca de lo que simboliza el Primero de Mayo que el San José Obrero, más cerca de lo que simboliza el 6 de diciembre que el 12 de octubre.

Mi Diada es a la que se sumó el movimiento obrero y la izquierda en la transición, cuando reclamaba a la vez e indivisiblemente, libertades y derechos individuales, sociales y nacionales, encarnada en el lema de “Llibertat, Amnistia i Estatut d’Autonomia”. 

Mi Diada es la de la reivindicación de trabajo y salarios justos, de la reivindicación de servicios públicos universales y de calidad, de la reivindicación de una sociedad más justa y con mayor igualdad de oportunidades.

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