Si en las fiestas de muchos pueblos
nos comportamos como cafres; si en los
botellones bebemos como cosacos; si más
que seguidores de equipos de fútbol a veces parecemos vándalos; si el top-share de la televisión lo encabezan programas chabacanos… ¿por qué debemos esperar que
nuestros políticos emulen a los demócratas nórdicos?
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