09 enero 2016

En un nuevo pacto constitucional no caben exclusiones

Los socialistas nos presentamos a las elecciones generales del 20 de diciembre con un programa ambicioso que incluía la reforma de la Constitución para federalizar el Estado y para blindar el estado del bienestar.

La aritmética política es fácil. La suma PP y Ciudadanos es 162 y la de PSOE, los cuatro Podemos e IU, son 161. Luego están los independentistas de ERC, los antes llamados Convergència, EH Bildu…

Los socialistas hicimos campaña con el lema “Echemos a Rajoy” y, consecuentemente, hemos trazado una línea roja con esa – querida por tantos – “gran coalición” con PP y Ciudadanos.

Con Podemos  hemos trazado la línea roja de la unidad territorial, que bastante daño nos ha hecho electoralmente en Cataluña en los últimos cuatro años. Me extraña – y no entiendo - que no les pongamos líneas rojas en relación a sus desviaciones populistas, pero esa es otra cuestión.

¿A dónde quiero ir a parar? A que el objetivo del socialismo es la realización de reformas que permitan blindar el estado del bienestar, reducir desigualdades, mejorar el encaje territorial, y eso solo es posible desde un amplio consenso del conjunto de los actores políticos y sociales del país.
 
No creo que la plural coalición de izquierdas, más algún interesado partido independentista, permita hacer nada de todo eso. Porque no hay mayoría cualificada para ninguna reforma de la Constitución ni de los Estatutos autonómicos. Y, además, el PP tiene mayoría en el Senado.

No creo que la gran coalición con el PP y Ciudadanos evite la fractura territorial y social que vivimos en Cataluña. Hasta que esos dos partidos no rebajen su frentismo contra las aspiraciones de una parte importante de la ciudadanía catalana, no iremos a ninguna parte.

Ergo… de lo que se trata es de poner sobre la mesa nuestras reivindicaciones, nuestras reformas, y pedirles a todos los demás partidos y, por extensión, a los demás actores sociales, trabajar para conseguir un nuevo pacto constitucional, desde el diálogo, la negociación y el consenso.

No caben exclusiones. Los españoles votaron pluralidad, y la pluralidad exige mayores consensos.

Hemos trazado – todos los partidos - tantas líneas rojas frente a nuestros oponentes que hemos quedado atrapados dentro de un círculo.

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