25 abril 2024

Lo primero es antes (¡Se acabó!)

Como le gusta decir al maestro López Bulla, a menudo citando la fuente (el padre de José Sacristán), “lo primero es antes”. Y lo primero es parar los pies a quienes demasiado indulgentemente llamamos “fachosfera”, pero que no son otros que los poderes fácticos y fascistoides de toda la vida.

Que no nos engañe la sofisticación de medios del fascio. El fin les justifica los medios. Y si para ese fin (the objective, como el libelo del mismo nombre, AKA El Ojete o el Contenedor Amarillo) hay que partirle las piernas a alguien, pues se las parten. O se les da el paseíllo o se les condena sumarísimamente en una farsa de juicio, pues se hace. O se le enmierda la imagen, se injuria, calumnia, denuncia falsamente,… lo que haga falta.

Ellos, eso sí, pueden cobrar comisiones en diferido a través de novio/testaferro, arengar a la toma de Ferraz, navegar con narcotraficantes, destruir discos duros, controlar la sala del Supremo desde atrás, bloquear la renovación del Consejo del Poder Judicial, inventarse informes policiales para encausar a adversarios políticos, espiar a propios y extraños… porque el poder es suyo y hacen lo que les da la gana.

Lo primero es antes y lo primero es apoyar al Presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, y a su familia, para que sientan que no están solos en esta lucha. Y acto seguido decir “¡se acabó!” como las admirables mujeres de la selección de fútbol y todas las que las siguieron y apoyaron y como lo cantó antes María Jiménez.

¡Se acabó!. Hay que gritarlo muy alto porque “no todo vale” en la disputa política.

Pero después de lo primero viene lo segundo. Y lo segundo es acabar con la impunidad de los poderes fácticos antidemocráticos. Esos que solo son felices cuando ganan sus derechas y que se ponen en modo basilisco en cuanto pierden alguna de las instituciones – que no el Poder, que ese no lo pierden nunca -. 

“El que pueda hacer, que haga” dijo el de la foto de las Azores, y ¡vaya, si están haciendo de las suyas!.

No podemos admitir que algunos quieran ganar desde los sótanos más turbios de los juzgados, lo que no han conseguido con los votos de la ciudadanía o con la aritmética parlamentaria.