27 agosto 2020

Vivir en sociedad o vivir en suciedad

Una de las consecuencias del confinamiento por la pandemia del COVID-19, en mi caso y en el de muchísimas personas, ha sido el de salir a hacer ejercicio desde el primer día que se levantaron las restricciones del Estado de Alarma.

Siempre me ha gustado pasear y en los últimos tiempos ir a pie  incluso se había convertido en mi principal medio de transporte. Pero después de los primeros casi dos meses de confinamiento estricto, tuve la necesidad vital de salir a caminar. A caminar con todo lo que implica esa actividad si se hace por espacios abiertos o zonas verdes: respirar, hacer ejercicio, ver las cosas desde otra perspectiva, pensar, admirar paisajes, soñar…  pero también indignarme.

Mi camino  - el que se ha convertido en rutina desde el pasado 4 de mayo –por el carrer Euskadi, Galícia, Josep Trueta, Camí dels Contrabandistes…, me permite disfrutar de vistas increíbles, de apreciar la flora de la zona, asombrarme con la aparición de algunos animales madrugadores, saludar a gente que conozco y también a la que no conozco pero que compartimos el trayecto del paseo o del ejercicio, y me permite también comprobar qué guarros podemos llegar a ser.

Cualquier rincón de la zona de paseo desde el campo de fútbol de La Llàntia hasta la carretera de Valldeix es propicio para que los incívicos aboquen sus escombros, tiren sus bolsas de basura o arrojen sus restos de comida o bebida.

¡Todo eso en el entorno de una de las deixalleries de Mataró!

Y eso por no hablar del deporte de abandonar los coches en desuso en la vía pública, hasta que la administración se los lleve o se fosilicen.

Informo de los vertidos al servicio municipal correspondiente; hago uso de la App Mataró Neta (una herramienta muy eficiente) cuando la incidencia está en zona urbana; hablo con el operario de limpieza de la zona (un muy buen profesional); tomo nota de los coches abandonados y se los paso a Policía Local,…

Y sí,  reforzaremos el servicio de limpieza; pensaremos si hay que mejorar en algo la gestión de la deixalleria; pediremos a la policía local campañas de vigilancia, prevención y sanción de los vertidos ilegales; cambiaremos la ordenanza de movilidad y circulación para castigar con mayor dureza el abandono de vehículos, pero nada de eso será suficiente sin educación y civismo, sin que todos tomemos conciencia de que ensuciar es contaminar, contaminar es atentar contra el medio ambiente y atentar contra el medio ambiente es atentar contra la salud pública.

¿Tan difícil es respetar a los demás y al medio ambiente?

Como la mayoría de ciudadanos y ciudadanas de Mataró, quiero vivir en sociedad, no en suciedad. No voy a perder la esperanza.

Fotografía: "Amanece - que no es poco - a pesar de los incívicos".