Los socialistas nos presentamos a las elecciones
generales del 20 de diciembre con un programa ambicioso que incluía la reforma
de la Constitución para federalizar el Estado y para blindar el estado del
bienestar.
La aritmética política es fácil. La suma PP y
Ciudadanos es 162 y la de PSOE, los cuatro Podemos e IU, son 161. Luego están
los independentistas de ERC, los antes llamados Convergència, EH Bildu…
Los socialistas hicimos campaña con el lema “Echemos
a Rajoy” y, consecuentemente, hemos trazado una línea roja con esa – querida
por tantos – “gran coalición” con PP y Ciudadanos.
Con Podemos hemos
trazado la línea roja de la unidad territorial, que bastante daño nos ha hecho
electoralmente en Cataluña en los últimos cuatro años. Me extraña – y no
entiendo - que no les pongamos líneas rojas en relación a sus desviaciones
populistas, pero esa es otra cuestión.
¿A dónde quiero ir a parar? A que el objetivo del
socialismo es la realización de reformas que permitan blindar el estado del
bienestar, reducir desigualdades, mejorar el encaje territorial, y eso solo es
posible desde un amplio consenso del conjunto de los actores políticos y
sociales del país.
No creo que la plural coalición de izquierdas, más
algún interesado partido independentista, permita hacer nada de todo eso.
Porque no hay mayoría cualificada para ninguna reforma de la Constitución ni de
los Estatutos autonómicos. Y, además, el PP tiene mayoría en el Senado.
No creo que la gran coalición con el PP y Ciudadanos
evite la fractura territorial y social que vivimos en Cataluña. Hasta que esos
dos partidos no rebajen su frentismo contra las aspiraciones de una parte
importante de la ciudadanía catalana, no iremos a ninguna parte.
Ergo… de lo que se trata es de poner sobre la mesa
nuestras reivindicaciones, nuestras reformas, y pedirles a todos los demás
partidos y, por extensión, a los demás actores sociales, trabajar para
conseguir un nuevo pacto constitucional, desde el diálogo, la negociación y el
consenso.
No caben exclusiones. Los españoles votaron
pluralidad, y la pluralidad exige mayores consensos.
Hemos trazado – todos los partidos - tantas líneas
rojas frente a nuestros oponentes que hemos quedado atrapados dentro de un
círculo.